Bruna teme obsesionarse con aquel joven que vio aparecer de repente una noche fría de invierno del mes de julio. Sí. Es ese chico de “raros peinados nuevos” al que quiere conocer. Y noto que le resulta inquietante esta situación de no poder acercarse a él.
Es un muchacho de apariencia un poco extraña, pero algo atractivo. Bueno, convengamos que mis gustos son bastante estándares en términos de belleza. La onda medio punk no es mi punto débil. Pero a él le sienta bien ese peinadito un poco excéntrico que lleva como melena. Y a Bruna lo raro y fuera de lo común le deja con sus ojos desorbitados. Pero siento que este bohemio artista le conmovió en términos más subjetivos, diferentes a otros amoríos que impactaron su atención anteriormente.
Bar- Café “Du Cercle”
Viernes por la noche, un tanto fría. Llega Bruna junto a su íntima amiga al Bar-café “Du Cercle”, al cual era la primera vez que asistían. A Bruna le hizo recordar ese lugar a las cafeterías parisinas “Le café de Amélie Poulain"; París es una de las ciudades que conoció en su viaje a Europa, con la cual quedó fascinada.
Iluminación cálida, obras de arte cubrían las paredes de aquel bar, muchos jóvenes con un estilo un tanto anormal para mi gusto, alegría, buena música, conformaban la escena de aquella noche.
Fue allí cuando lo vio.
Mientras tomaba una copa de vino él la observaba. Su mirada le perturbaba. Es que a Bruna no le gusta que la miren, y mucho menos en aquel tiempo, en el cual odiaba estar frente a un espejo. Su cara le incomodaba. La expresión de la misma: dura, seria, pálida, sus ojos sin brillo. Fea, fea, asi se veía. Visiones un tanto distorsionadas, ya que solo divagan en sus pensamientos autodestructivos, porque Bruna es una muchacha con una belleza fuera de lo común, rasgos europeos como los de aquellas jóvenes de alguna película italiana o francesa que vimos alguna vez.
Y en esa noche fue cuando aquel muchacho la miró fijamente con deseos de introducirse en ella. Tanta fuerza y seguridad en su mirada intimidó a Bruna.
La semana siguiente volvió a aquel bar-café. Le agradó el ambiente de ese lugar perdido en la oscuridad de la noche, lejos de la movida nocturna de la ciudad, lo cual era algo que también llamaba la atención a Bruna, ya que sus gustos a veces no se asemejan a los una chica común, por llamarlo de alguna forma; esa melancolía que derrama su rostro, la sensualidad que emana en su caminar, su mirada algo extraña refleja pensamientos que producen intriga y deseos de acercarse a ella.
En esa noche el muchacho “de raros peinados nuevos” fijó nuevamente su mirada penetrante en Bruna, intimidándola, por lo cual, la chiquilla dio vuelta su rostro para evitar perturbar su cabeza con pensamientos de fealdad y de querer esconderse en el pozo más oscuro en donde nadie pueda verla.
- “Ésta noche sentí nuevamente tus ojos sobre mí. Me fastidiabas demasiado. Sí. Es que llegué algo tarde porque no quería salir de casa, odiaba mis ojos, mi boca, mi nariz...
Y tú, filmabas mi cara…”.Recordaba Bruna en su diario íntimo aquella noche cuando volvió a su casa un tanto desconcertada por lo que aquel joven provocó en ella.
Es que Bruna con sus pensamientos autodestructivos, su baja autoestima llegó a tal punto de no salir de su casa casi un año entero, su único recorrido era de casa a la facultad, de la facultad a casa. Por un tiempo logró vencer ese trauma y gozaba de su cuerpo sin opresiones de pensamientos, pero hacía ya desde varios meses que volvió a acomplejarse con su imagen. Por ello le resultó tan incómodo que aquel muchacho filmara su rostro odiado por ella.
Pero en algún momento, la chiquilla levantó sus pupilas, y dejó notar sus atractivos ojos verdes. Le causó intriga conocer el rostro de aquella persona que tan inoportuna le caía. Por ello lo miró. Y él a ella. Algo muy especial incorporó Bruna de aquella imagen un tanto penetrante, sintió sumergir en su cuerpo inmaterial caricias y deseos de conocerla. La mirada de aquel joven quedó desorbitada al contemplar la belleza un tanto insólita que cubría el rostro de Bruna.
Fueron unos segundos que llegaron a complementarse, a desearse, a hallarse, a imaginarse una historia juntos.
Quiso verlo nuevamente. Pero no lo hizo. Esquivaba cruzar miradas. Sintió que si seguía sus ojos, se acercaría. Y en ese tiempo no quería tenerlo a su lado. No. No pretendía conocer a nadie. Desde hacía ya varios meses atrás que se encontraba un tanto aislada de la gente.
“Y tus ojos buscaron los míos para acercarse en aquel momento muy inoportuno para mí…
Y te miré. Y me miraste. Y significaste. Y me gustó…
Inventé una historia. Y esa historia me gusta.
Me sumergí en tu figura inquietante. Lentamente sentí recorrer tu mirada a lo largo de mi cuerpo. Fue extraño. Tuve la impresión de que me iluminabas por dentro.
Te recuerdo sentado en aquella silla, deseando saber quien soy…y desistí que conocieras algún fragmento de mí.
Actualmente siento menos antipatía con mis ojos,
con mi nariz,
con mi boca... Y puedo mirarte.
Pero ahora tú me esquivas.
Y vuelvo a transitar el mismo círculo de siempre, no logro salir de él.
Atracción en polos opuestos. Tú en invierno. Yo en verano.
Historias que no logran tener un inicio. Y mucho menos un fin.
Si. Soy yo. Ella misma.
Bruna es mi nombre."